Día del libro 2020. Quién nos iba a decir que en pleno mes de julio celebraríamos un día tan señalado en el mundo de las letras y de la cultura en general.

El pasado 23 de julio fue un día atípico. A pesar del calor, el regreso a la «nueva normalidad» nos permitió celebrar en las librerías que los autores y libreros seguimos al pie del cañón. Las historias no solo no se han agotado durante la pandemia sino que se han multiplicado porque las experiencias vividas exigen ser contadas.

La creatividad está más viva que nunca.

La tarde del jueves me dirigí a Librería Zebras con un poco de incertidumbre. Las medidas de seguridad por el Covid-19 podían hacer que los lectores decidieran no visitar las librerías.

Cuando organizo un encuentro con lectores suele estar cargado de dinamismo, recursos que animan a la lectura. Mi actividad va dirigida a los más pequeños, aunque siempre incluyo al público adulto de alguna forma.

Una tarde de firmas no entra en mi idea de Encuentro con el lector. Al menos así fue hasta esa tarde. (probablemente mi perfil como maestra me lleva a buscar el contacto directo con los niños)

Sin embargo, y a pesar de las mascarillas, fue una tarde cargada de ilusión y de sorpresa.

Fueron muchos los amigos que me visitaron y a los que me encantó volver a ver. También conocí nuevas caras con quienes pude hablar de mis libros y de sus por qués. Fue un encuentro más individualizado, personal…del que disfruté muchísimo.

No pudimos realizar la entrevista que habíamos anunciado para esa tarde en Instragram porque fue un no parar de saludar y firmar, de comentar y compartir con los presentes allí.

Belén, Isabel y Javier lo hicieron posible. Lo prepararon todo para que dentro de las medidas de seguridad estuviésemos lo más cómodos posible. ¡Al aire libre! Buena cuenta dieron los molinillos de viento que con sus colores y giros nos acompañaron toda la tarde.

En pocas palabras fue un DÍA DEL LIBRO INOLVIDABLE.

 (comparto algunas fotos, no tengo de todos los encuentros)